Es el elemento fundamental en la formación personal del niño. De ella depende el desarrollo de su aprendizaje, su capacidad de potenciar sus habilidades personales y sociales y el auto-concepto que tendrá de si mismo. Es decir, determina su desarrollo afectivo social e intelectual. En una palabra, su FELICIDAD como persona.
Cuando un niño tiene una buena auto-estima se siente seguro, competente, valioso. Es responsable y capaz de relacionarse adecuadamente con los demás y pedir ayuda cuando lo necesita sin sentirse inferior. Mientras que si tiene una baja autoestima puede generar en el niño sentimientos de desánimo, ansiedad, tristeza, agresividad, ser hipercrítico o excesivamente envidioso.
ALGUNAS PAUTAS QUE PUEDEN UTILIZAR LOS PADRES, PARA EVITAR PROBLEMAS DE AUTOESTIMA EN SUS HIJOS
Siempre tenemos que tener en cuenta que no existen recetas mágicas que sirvan a todos los niños por igual, es importante antes de aplicar cualquier estrategia considerar las características individuales del niño: sus intereses, destrezas, temperamento, etc. No obstante, sí que se pueden establecer algunas pautas como:
- Permitir que sea un niño independiente, que sea capaz de tomar decisiones y de tener responsabilidades acorde con su edad: elegir su ropa, vestirse solo, jugar a un juego, etc.
- Reforzar positivamente las cosas que hace bien, sin esperar a que sea una conducta extraordinaria. Fijarse y premiar verbalmente las actividades diarias como hacer los deberes, colocar los juguetes, ayudar a poner la mesa…. “Que bien has estudiado hoy”. No considerarlas como su “obligación” y por tanto exentas de aprobación. Cuando se alaba al niño hay que evitar los “peros”:”Que bien has estudiado hoy pero ayer no hiciste nada“. Así el refuerzo verbal se convierte en castigo.
- No criticar gratuitamente con insultos, reproches y acusaciones: “eres un desordenado tienes tu habitación como una cuadra”. Es necesario concretar y operativizar la conducta que deseamos cambiar y no personalizar:”No me gusta ver tu habitación tan llena de papeles y con ropa en el suelo, eso me enfada y me disgusta”. De esta forma no se esta descalificando al niño sino que nos centramos en lo que hace.
- Enseñar que cometer errores es algo normal y que de ellos se aprende. Que es algo positivo y de lo que no hay que sentirse culpable: “has suspendido el examen de lengua porque has estudiado poco, si dedicas más tiempo la próxima vez seguro que podrás aprobar”
- Establecer límites claros, enseñándoles a predecir las consecuencias de sus conductas: “Si no guardas tus juguetes no comerás helado”. No caer sistemáticamente en la amenaza sin llegar a cumplir el castigo. De esta forma el niño aprenderá que en realidad no pasa nada y por tanto no cambiará su forma de actuar.
- Pasar tiempo con el niño, tener contacto físico y jugar con él al menos media hora al día. Aunque pueda parecer poco tiempo, es suficiente si las actividades se realizan en las condiciones adecuadas y los papas saben estimular a los niños. No se trata de jugar mucho rato sino de hacerlo bien. Si los padres están cansados o mal humorados por el trabajo, mejor no jugar porque los niños se dan cuenta y vivirán el juego no como algo divertido y agradable sino como algo aversivo.
- Valorar sus ideas y animarle a que intente conseguir lo que se propone.
Esperamos desde el Departamento de Orientación que les resulte útil este artículo y les deseamos un feliz curso, poniéndonos a su disposición para las consultas que deseen realizarnos.
Belén Navarro Mollinedo
Jefa D. Orientación.