La importancia de los límites y la autoridad positiva
Es muy común encontrar familias que tienen miedo a imponer prohibiciones y castigos o a demostrar excesiva fuerza.
Pero a la vez les cuesta desarrollar un concepto de educación propio, más acorde con otros modelos sociofamiliares democráticos y participativos, que mantengan una posición equilibrada entre el dar y el exigir.
Nuestros hijos/as necesitan desesperadamente referentes claros, posturas abiertas, diálogo permanente, escucha, límites identificables, pero ante todo, que creamos en ellos desde su potencialidad y su bondad, posibilitándoles el «ser» que los lleve al compromiso con la vida, con su realidad.
Los niños y niñas necesitan y piden límites. Además, el efecto que tiene el establecimiento de unas buenas pautas de orden en una familia es evidente: se disfruta más distendidamente de buenos momentos y se evitan batallas que desgastan la relación interfamiliar.
Poniendo límites a nuestros hijos/as les ayudamos a aprender a autorregularse, es decir, a ponerse límites a ellos mismos. El proceso del aprendizaje de la autorregulación y el dominio de sí mismo hay que iniciarlo desde los primeros meses, brindándoles seguridad y cuidado y asegurándoles que tienen vínculos estables con otros adultos que cuidan de él.
Desde los primeros momentos es necesario:
– Poner límites claros.
– Dar explicaciones breves y sencillas.
– Aprender a manejar la frustración.
El aprendizaje del dominio de sí mismo depende de cómo se sienta consigo mismo y de la manera de afrontar las frustraciones que surgen en la vida cotidiana. Una de las mejores formas de enseñar a manejar la frustración es brindar oportunidades para que elijan y decidan por sí mismos.